De vacaciones a los balnearios de la URSS

Amb aquesta entrada comença en aquest bloc de Viatge a l’Orient una nova secció dedicada als articles, informacions interessants o notícies d’actualitat d’Àsia Central i la Ruta de la Seda.

“De vacaciones a los balnearios de la URSS” de David Ruiz Marull publicat a La Vanguardia el 13 de gener de 2018. Aquest interessant article ens apropa a la obra de la periodista Maryam Omidi “The Last Resort: The Strange Beauty of Sanatoriums soviètics”.

Originalmente concebidos en la década de 1920, en los inicios de la Unión Soviética (URSS), los balnearios rusos se convirtieron rápidamente en un espacio muy utilizado. Millones de personas los han visitado cada año desde entonces, desplazándose hasta tranquilos parajes de Armenia, Kirguistán, Ucrania o Uzbekistán.

Casi un siglo después, la periodista Maryam Omidi, fascinada por The Sochi Project, la polémica obra del fotógrafo holandés Rob Hornstra (vetado por Rusia por mostrar la “pobreza olímpica” en la misma sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014) y por los fuertes contrastes en la región del norte del Cáucaso, donde cohabitaban costosos hoteles y discotecas con los viejos sanatorios soviéticos, decidió emprender un estudio del pasado y presente de estos complejos.

Omidi comenzó a leer todo lo que encontró sobre estos balnearios, pero fascinada especialmente con el edificio Metallurg. En una época en la que las vacaciones occidentales se veían como “decadentes” en la URSS, estos espacios ofrecían “descansos para edificar y fortalecer a los visitantes”, según apunta la autora en su libro.

“Los profesionales de la salud monitoreaban cuidadosamente a los invitados durante su estadía para que pudieran regresar al trabajo con renovado vigor. Ciertos sanatorios incluso se hicieron conocidos por sus tratamientos especializados, como baños de petróleo crudo y duchas de agua con radón”, añade.

Los sanatorios brindaban a los trabajadores un lugar donde pasar las vacaciones, gracias a un sistema de cupones financiado por el propio Estado. Eran la combinación entre una institución médica y un spa y ofrecían innovadoras terapias.

Para comenzar su investigación, Maryam Omidi eligió visitar el balneario Khoja Obi Garm, ubicado en lo alto de la cordillera de Gissar, en Tayikistán. Esta estación, conocida como ‘la montaña mágica’, está cerca de varias fuentes subterráneas.

El agua contiene radón, que en occidente se vincula con el cáncer de pulmón -es la segunda causa principal de esta enfermedad en Estados Unidos- y en la Unión Soviética se le atribuía propiedades analgésicas y antiinflamatorias. Khoja Obi Garm era la meca de aquellas personas afectadas de artritis, presión arterial alta e infertilidad.

A partir de esta experiencia, Omidi reclutó un grupo de fotógrafos especializados en los territorios postsoviéticos para que recorrieran y captaran con sus cámaras los detalles más interesantes de estos espacios que defendían los valores socialistas utópicos de la era soviética.

Olga Ivanova, Egor Rogalev, Dmitry Lukyanov, Vladimir Shipotilnikov, Natalia Kupriyanov, René Fitsek, Michal Solyarskiy y Claudine Dori se repartieron por hasta once países de la URSS para explorar los sanatorios más inusuales, las terapias más sorprendentes y las gentes más diversas. Quizá uno de los tratamientos más extraños -realizado en Aurora, Kirguistán- son los que utilizan unas lámparas ultravioletas esterilizadas que se colocan en la oreja, la boca y la nariz y supuestamente matan bacterias y virus. Llegir més

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